jueves, 23 de agosto de 2007

Sobre las olas



Son las diez y diez de la noche. Mi cuerpo está cansado, mi mente turbia, embotada sin ideas, sin ganas.

Solo tengo gana de una cosa: quiero salir corriendo, corriendo, corriendo. Atravesar las calles, las plazas, los parques, la playa.

Poner mis pies sobre las olas y correr encima del encrespado mar, correr y correr. Sin rumbo, sin destino, sin brújula.

Con la única sensación de mi cabello al viento, mi cara húmeda, los ojos cerrados, las piernas ligeras y los pies mojados, mojados y fríos.

Quizá de esa manera dejaría todo atrás, lejos: mi casa, mis vínculos, mis falsas ilusiones y las promesas que nadie me hace.

Quiero correr, por dios que quiero correr.

No, para ir a buscarte, no hay encuentro en esta vida.

Para sentir el vacío del que sabe que no hay ningún lugar a donde ir. Ni nada que esperar.

Corro, corro, corro, ligera, muy ligera.


CGC

10:39

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues ves. A veces las locuras nos pueden dar la vida, poner un ápice de luz en lo que parece no tener color.
Por eso son locuras y por eso los locos eligieron ser locos.

De la noche, la luna es lo más hermoso.

Anónimo dijo...

Me gustó mucho este comentario y no se porque se me olvidó contestar. Anonimo, no encuentro locura en querer escapar cuando deseas hacerlo y sabes perfectamente, que no lo harás.

Hay que haber estado loco de verdad, para saber, que puedes correr sobre las olas y hacerlo.

Sí, lo más hermoso de la noche es la luna. Pero muchas veces la noche no tiene ni luna ni "na"

aludos y gracias por comentar