Me regalaste unas sandalias, las más bonitas que he tenido nunca y las más incómodas. Fuiste el hombre que más me ha mimado y que más pastillas de jabón “la Toja” gastó sobre mi cuerpo.
No sufrí por ti, más que un día, mejor dicho dos.
Después, yo baje a los infiernos. Tú no me acompañaste. Estoy segura de que fue mejor así.
Aquello quedó vivo para siempre, ni el tiempo ni nada, puede estropearlo.
No me inspiraste ni un solo verso. Hay cosas en la vida que ninguna palabra puede superar. Pero al amarme, me enseñaste a amar y el olor de aquél jabón, me basta para saber, que el paraíso está aquí, cuando dos personas se aman.
Gracias por haberte conocido.
A JRMP
CGC
Gijón 31 de agosto de 2008