Ahí, acurrucada en tu espalda con la nariz en tu nuca, sin tocarte, pasando mi brazo izquierdo por tu cintura, sin despertarte, buscando los talones de tus pies con la punta de mis dedos. Pero no te muevas, amor mío, pues temo que una sola de tus carias, acabe con mi vida.
Voy a hacerte un café de Colombia, una tostada a la plancha, con mantequilla y mermelada de fresa, huevos fritos con beicon, zumo de naranja y pomelo. Bajaré a la calle a robar una rosa roja para ti.
Todo es un sueño, que contigo, nunca se transforma en pesadilla. Tampoco en realidad. Yo he nacido para tus brazos, para tu corazón, para tus manos y para el silencio sideral que hay entre nosotros. Que no se rompa el hechizo de saber que estás vivo, que estás ahí, que existes, en este planeta, que sin tí, sólo gira y gira, sin sentido.
Eres el sol de mis ojos.
CGC