domingo, 7 de diciembre de 2008

La alegría de quererte



No puedo separarme de ti y cada día, cuando te quedas en la esquina, tengo que alejarme sin volver la cabeza y sin hablar, temo que al hacerlo me tiemble la voz.

Siento tu ausencia como un eclipse, mi cuerpo se queda frío, relajado, con el gusto de aguardarte, no necesito palabras.

Si te quedas cerca de mi, no hay cansancio sólo miro tu frente de reojo y se que eres tú el que lo ocupas todo. Como la sangre de mi cuerpo.

Yo no lo comprendo, pero tu presencia me calma, da sentido al infinito. Porque esta emoción da calor y brillo a mi vida, y me deja ir más allá de mis rosas, mi arena, mis libros, todas esas cosas que no son humanas en las que yo me refugio. Y me sustentan.
No necesito nada, te invento y reinvento cada día. Con cariño. No es verdad, si que te necesito, en cuerpo y alma. Pero me aguanto.

En mi madurez, admiro la belleza, el olor, el color, los sonidos, los sabores, los planetas y todo eso está en ti, hecho hombre, un hombre que está en mi pensamiento en mi sentimiento. Que forma parte de la misma energía del mismo universo en el que yo,
día a día, me transformo, con la alegría de quererte cada vez más.




CGC