miércoles, 26 de marzo de 2008

Entreactos


El domingo fuimos a comer a un restaurante cerca del mar.
Nos hicieron una paella para dos y natillas con canela.

Hacia seis años que no nos veíamos. Sólo hablamos un día por teléfono que tú estabas muy borracho.

Te comiste tu paella y parte de la mía, tus natillas y mis natillas, bebiste el vino y yo la gaseosa.

Durante toda la comida no pronunciaste ni una palabra, concentrado en pelar las gambas con esmero. Yo tampoco hablé, admirando tu destreza.

Al final, limpiándote la boca y la barba con la servilleta, escuetamente, dijiste:

-Me gusta este restaurante.
-Ya
Contesté:
-Lo mejor son las vistas.

Desde luego, estamos hechos el uno para el otro.

Si no fuera por los entreactos.

CGC