sábado, 28 de febrero de 2009

León Felipe. Romero solo


Romero solo

Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero..., sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos siempre los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.

Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.

León Felipe

miércoles, 25 de febrero de 2009

Al vestuario


El frío
La madurez
Las obligaciones.

La tontería
Propia y ajena.

Me hicieron
Olvidar las Itacas.

Y retirarme
Sin fuerza
Al vestuario.

CGC

lunes, 16 de febrero de 2009

Constantinos P. Cavafis. Placer


PLACER


La alegría y perfume de mi vida es la memoria de esas horas

en que encontré y retuve el placer como lo deseaba.

Alegría y perfume de mi vida para mí, que detesté

cualquier goce de amores rutinarios.


CONSTANTINOS P. CAVAFIS

domingo, 15 de febrero de 2009

Albóndigas después de San Valentín



Me levanté temprano, con la necesidad imperiosa de meterme en la cocina.

Dios, como necesito reponerme de mi maltrecho ego, por eso jugaré a otro de mis juegos favoritos, hacer comiditas.

Os voy a aburrir pero no me importa, si no me entretengo yo, desde luego que nadie vendrá a entretenerme.

Voy a hacer albóndigas de pechuga de pollo y os voy a contar como se hacen, os aseguro que son mucho más fáciles, suculentas, alimenticias y auténticas que cualquiera de mis arrechuchos amorosos.

Ingredientes:

Pechuga de pollo
Trocito de jamón veteado
Dos huevos o más
Pan rallado o miga de pan
Diente de ajo machacado

Especias al gusto

Preparación:

Antes de nada, lavarse bien las manos, palma y dorso, así como hacen los cirujanos. Hay mucho virus por ahí.

Se corta la carne en trocitos pequeños (se puede utilizar otro tipo de carne, que ya vienen picadas) y el jamón, se añaden los huevos y el pan rallado, hasta formar una masa no demasiado dura, que se pueda hacer bolitas con ella.

Machacamos un ajo en el mortero con una gotita de agua o vino blanco se disuelve y añade a la masa.

De las especias no os voy a decir nada. Quien no conozca su uso mejor abstenerse.
Cautela con los hombres, no conozco a ninguno, que viva solo, que tenga especias en su despensa y si cocinan en tu casa mejor las escondes, no sé por qué, pero se vuelven locos echando un poco de aquí un poco de allá y garantizado que cualquier guiso acabe en la basura.

Podéis ponerle sal, pero cuidado porque el jamón ya es salado.

Esta masa la dejaremos reposar unas horas y si es posible toda la noche.

Después haremos bolitas (poneros unas gotitas de vinagre en las manos para que no se pegue la masa) Yo las hago, de unos 2 cm. de diámetro o como os plazca.
Se rebozan en harina y se fríen en aceite bien caliente. Se pueden comer así calentitas y crujientes pero también se pueden guisar.

Albóndigas guisadas muy fácil.

Una vez fritas se ponen en una olla si la tenéis a presión mejor, se añade un poquito de caldo de carne y una hojita de laurel, se cuece, con unos minutos, es bastante y al terminar se le pone un huevo batido y un chorrito de vinagre. Muy bueno.

Yo las acompaño con arroz blanco, pasta, puré de patata, pimientos del piquillo o nada.

La verdad es que cocinar es como practicar la Alquimia: mezclas, experimentas, hueles, pruebas, tocas, quemas, incendias y a veces encuentras tu Piera Filosofal.

Lo que te puedo garantizar es que yo en estos menesteres me olvido de mis “amoríos de mierda” y de lo demás. Me recupero de este inmundo San Valentín, que “santo” no sé si era, lo dudo. Pero de “Valentín” nada de nada.

Buen apetito.

Domingo, 15 de febrero de 2009

CGC

sábado, 14 de febrero de 2009

Serás



El día
Que mi corazón
Pueda volver
A amar…

Tú serás
El último de la fila.

CGC

jueves, 5 de febrero de 2009

Delfina Acosta. Estatua en la plaza verde


ESTATUA EN LA PLAZA VERDE



Te esperaría. Yo sería, amado,

la primera en llegar hasta la vía,

y la última en volver, con un paraguas,

de la estación del tren que te traería.

Iré hasta el mar como la lluvia, a veces,

y pasaré del mar a la otra cita,

en el muelle del puerto, frente al río.

Seré la gris silueta que tirita.

Inmensamente sola como novia

saldré a buscarte y volveré tardía.

Del balcón a la plaza partiré.

Seré una estatua de melancolía.

Y a la hora puntual de nuestras muertes,

si llegara primera a nuestra cita,

te estaré ya aguardando para darte

mi amor en una blanca margarita.

Delfina Acosta

martes, 3 de febrero de 2009

Besos besos besos


Mira por donde que sin quererlo ni beberlo ni pensarlo ni imaginarlo: soñé contigo. Contigo y sólo contigo y conmigo pues también estaba ahí.

Mira, mira, mira, que si tengo más sueños como este mis hormonas discapacitadas, van a volver a su lugar y no se que voy a hacer con ellas.

Fue un sueño muy visual, sin ninguna palabra, solo sensaciones, afectos y color, mucho color, el color de tu persona de tu piel de tu pelo de tus ojos de tus manos.

Voy a ello:

Tú estabas sentado en una silla, con las piernas separadas (con ropa) y las manos descansando sobre los muslos. Yo me acercaba a ti despacio (vestida) muy cerca de ti, esperando que dieras el pequeño impulso que te uniera a mi cuerpo. Esperando que tocaras mi cuerpo, con el temor al rechazo.

Y entonces, sin que fueras tú, ni fuera yo, de manera mutua y misteriosa, tus manos rodeaban mi cintura y las mías tu cuello. Así de fácil (que buenos son los sueños) mi mejilla acariciaba tu mejilla, despacio suave, sintiendo la calidez de tu piel y tú de la mía. Pasaba lenta por tú nariz, mi frente en tu boca, mi pelo en tu mentón y tu boca, tan rica, mordisqueando la mía, y yo sintiendo tus labios entre los míos, apretados contra los tuyos de uno en uno. Tus dientes, tu lengua, el cielo de tu paladar…

No me sorprendió que besaras tan bien, desde el primer día que te vi., pensé que tu boca podía hacer estragos.

Pero no fueron solo los besos, capaces de despertar a una muerta, lo único bueno del sueño. También el sentimientos de cariño de amor de complicidad de correspondencia y de absoluta tranquilidad, como si toda, toda la vida hubiéramos estado haciendo lo mismo.

El sueño no se acabó, nada lo interrumpió quedó flotando en el aire y cuando desperté era algo vivo que me llenaba de alegría y dibujaba una sonrisa de malicia en mis labios.

¡Qué cabrones son los sueños!



CGC