domingo, 15 de febrero de 2009

Albóndigas después de San Valentín



Me levanté temprano, con la necesidad imperiosa de meterme en la cocina.

Dios, como necesito reponerme de mi maltrecho ego, por eso jugaré a otro de mis juegos favoritos, hacer comiditas.

Os voy a aburrir pero no me importa, si no me entretengo yo, desde luego que nadie vendrá a entretenerme.

Voy a hacer albóndigas de pechuga de pollo y os voy a contar como se hacen, os aseguro que son mucho más fáciles, suculentas, alimenticias y auténticas que cualquiera de mis arrechuchos amorosos.

Ingredientes:

Pechuga de pollo
Trocito de jamón veteado
Dos huevos o más
Pan rallado o miga de pan
Diente de ajo machacado

Especias al gusto

Preparación:

Antes de nada, lavarse bien las manos, palma y dorso, así como hacen los cirujanos. Hay mucho virus por ahí.

Se corta la carne en trocitos pequeños (se puede utilizar otro tipo de carne, que ya vienen picadas) y el jamón, se añaden los huevos y el pan rallado, hasta formar una masa no demasiado dura, que se pueda hacer bolitas con ella.

Machacamos un ajo en el mortero con una gotita de agua o vino blanco se disuelve y añade a la masa.

De las especias no os voy a decir nada. Quien no conozca su uso mejor abstenerse.
Cautela con los hombres, no conozco a ninguno, que viva solo, que tenga especias en su despensa y si cocinan en tu casa mejor las escondes, no sé por qué, pero se vuelven locos echando un poco de aquí un poco de allá y garantizado que cualquier guiso acabe en la basura.

Podéis ponerle sal, pero cuidado porque el jamón ya es salado.

Esta masa la dejaremos reposar unas horas y si es posible toda la noche.

Después haremos bolitas (poneros unas gotitas de vinagre en las manos para que no se pegue la masa) Yo las hago, de unos 2 cm. de diámetro o como os plazca.
Se rebozan en harina y se fríen en aceite bien caliente. Se pueden comer así calentitas y crujientes pero también se pueden guisar.

Albóndigas guisadas muy fácil.

Una vez fritas se ponen en una olla si la tenéis a presión mejor, se añade un poquito de caldo de carne y una hojita de laurel, se cuece, con unos minutos, es bastante y al terminar se le pone un huevo batido y un chorrito de vinagre. Muy bueno.

Yo las acompaño con arroz blanco, pasta, puré de patata, pimientos del piquillo o nada.

La verdad es que cocinar es como practicar la Alquimia: mezclas, experimentas, hueles, pruebas, tocas, quemas, incendias y a veces encuentras tu Piera Filosofal.

Lo que te puedo garantizar es que yo en estos menesteres me olvido de mis “amoríos de mierda” y de lo demás. Me recupero de este inmundo San Valentín, que “santo” no sé si era, lo dudo. Pero de “Valentín” nada de nada.

Buen apetito.

Domingo, 15 de febrero de 2009

CGC