sábado, 28 de marzo de 2009

Ha valido la pena


La tarde que al alejarme de ti, empezó a dolerme el estómago, me di cuenta de que me había pasado de la raya.

Sí, yo te necesitaba porque eras la única persona en el mundo que me movía la sangre, la belleza, que como un cuadro de Modigliani intentaba analizarse en mi cerebro. La inspiración de mis tiempos muertos…

Pero todo tiene su final y las molestias son el aviso.

Tengo que seguir un método. Es bastante bochornoso para mí, que se note mi estupidez. Pero estoy mejor así, es el mejor momento y quiero cambiar de historia.

Prefiero estar triste que obsesionada. Prefiero estar fría que escribir poemitas. Prefiero estar sola que amarrada a tu culo. Menos mal que me ayuda la fragilidad de mi memoria, mucho más frágil de lo que yo pensaba.

No soy principiante en fantasías ni en desengaños. Sobre todo, en los de mi propia cosecha.

No tengo ni un mal pensamiento hacia ti, incluso admiro tu resistencia. También, de alguna manera, admiro mi tozudez. He hecho todo lo que buenamente he podido para llevarte al dormitorio.

No siempre se gana y a veces perder puede ser lo mejor.

Cada día que pasa, tiene para mí un sentido: devolverme la cordura y si he de sufrir un poquito, al menos, que ese sufrimiento sea dulce.

Te doy las gracias.


Ha valido la pena.

CGC

jueves, 26 de marzo de 2009

León Felipe. Y me he quedado solo


XXIII

Cuando me han visto solo y recostado

al borde del camino...

unos hombres

con trazas de mendigos

que cruzaban rebeldes y afanosos,

me han dicho:

Ven con nosotros, peregrino.

Y otros hombres

con porte de patricios

que llevaban sus galas

intranquilos, me han hablado

lo mismo:

Ven con nosotros,

peregrino.

Yo a todos

los he visto

perderse

allá, a lo lejos del camino...

y me he quedado solo,

sin despegar los labios, en mi sitio.


León Felipe

viernes, 20 de marzo de 2009

Barco, sacacorchos, amanece. (Ejercicio)


Intento de relato con tres palabras obligatorias. (Ejercicio)

Entró en el cine, en la pantalla se reflejaba la imagen de un barco con muchas velas extendidas que iluminaban la sala. Se sentó en la última fila y estirando las piernas se apoyó cálidamente en el respaldo de la butaca, cerró los ojos y se durmió.

Amanece, cuando Rafael sale de su casa. Hace frío y apenas va cubierto por una chaqueta de chándal y unos vaqueros. La nuca rapada le hace sentir el hielo de la mañana, que le llega hasta la última cervical. No le importaba, ese día, haría lo que tiene que hacer. No se arriesgará a perder lo que más ama.

-Lo haré, tengo que hacerlo.

Hace diez años que está con Silvia. Se conocieron formando parte de un coro de barrio. Donde los dos intimaron por estar siempre en el banquillo. Cantaban bastante mal, pero les entusiasmaba e intentaban por todos los medios poder hacer oír sus gorgoritos.

Desde el día en que los rechazaron en el coro, los dos quedaban en lugares apartados para cantar a sus anchas y sin críticos inoportunos. Mientras tanto, se tomaban la botella de buen vino que Rafael llevaba y que Silvia abría con el sacacorchos que, previsora, llevaba en su bolso.
Pronto se inició un idilio y se hicieron inseparables.

Cada uno vivía en su casa, sólo, a pocas manzanas del otro y así siguieron durante todos los años de su relación.

Todo había ido bien, hasta hacía un año, más o menos, en el que Silvia, empezó a desear que vivieran juntos. Se lo planteó a Rafael, en diferentes ocasiones, interpretando la negativa de él como falta de amor.

El último día que se vieron se lo dijo muy claro:

- O te vienes a vivir conmigo o se acabó.

Rafael, escaldado por un anterior matrimonio, pensó que ya se le pasaría, como otras tantas veces. Se fue a su casa y esperó varias semanas antes de volver a llamarla.

Cuando lo hizo, no consiguió hablar con ella, ni verla, por más que insistió. Comprendiendo que Silvia iba en serio, tomó la decisión de aceptar su propuesta, viviría con ella. Desoyendo sus muchos miedos.

Por eso, esa mañana, había salido casi corriendo, con el frío en la nuca, para buscarla en su casa, antes de que ella se fuera a trabajar.

Llegó al portal, puso el dedo índice sobre el botón del timbre, pasaron unos segundos, pero no apretó. Bajó la mano y con una cara de iluminación instantánea dijo:

-No. Nunca más.

Dio media vuelta y despacio muy despacio, con la cabeza baja, pero sereno, se fue a la sesión matinal del cine de la esquina.

CGC

miércoles, 18 de marzo de 2009

Ángel González. Estos poemas


ESTOS POEMAS
Estos poemas los desencadenaste tú,
como se desencadena el viento,
sin saber hacia dónde ni por qué.
Son dones del azar o del destino,
que a veces
la soledad arremolina o barre;
nada más que palabras que se encuentran,
que se atraen y se juntan
irremediablemente,
y hacen un ruido melodioso o triste,
lo mismo que dos cuerpos que se aman.

Ángel González

lunes, 16 de marzo de 2009

Ramón Xirau. Cerezas


Cerezas



a Octavio Paz
en su aniversario


Rojas las cerezas,
rojo el claustro iluminado
de vidas limpias. Claridad.

¿El sol, cántico de fuego?

Rojas las cerezas—
todo luz, todo mar
todo claustro.




Cireres


a Octavio Paz
en seu aniversario


Vermelles les cireres,
vermell el claustre illuminat
de vides netes. Claredat.

El sol, cántic de foc?

Vermelles les cireres—
tot llum, tot mar
tot claustre


RAMÓN XIRAU



martes, 10 de marzo de 2009

Ángeles Carbajal. Sólo un recuerdo




Salí del hotel, tomé un taxi,
tuve que huir con helada locura
de la ciudad que amaba.
No volverían a detenerse en ella
los pasos de la felicidad,
nunca más en el aire
iba a encontrar su risa, nunca más
la palma de su mano, su voz, su boca...
Pasaban las últimas calles
por mi cuerpo vacío
y mi alma sólo era espanto.

Mas el dolor anda y desanda
todos sus caminos,
y al cabo vale la pena un recuerdo;
el del amor perdido,
la delicia de las costumbres
que su ternura me regalaba.

Ángeles Carbajal

domingo, 8 de marzo de 2009

Rosario Castellanos. Ser río sin peces



Ser Río sin Peces

Ser de río sin peces, esto he sido.
Y revestida voy de espuma y hielo.
Ahogado y roto llevo todo el cielo
y el árbol se me entrega malherido.

A dos orillas del dolor uncido
va mi caudal a un mar de desconsuelo.
La garza de su estero es alto vuelo
y adiós y breve sol desvanecido.

Para morir sin canto, ciego, avanza
mordido de vacío y de añoranza.
Ay, pero a veces hondo y sosegado
se detiene bajo una sombra pura.
Se detiene y recibe la hermosura
con un leve temblor maravillado.

Rosario Castellanos

viernes, 6 de marzo de 2009

Antonio Gamoneda


14. Tu cabello encanece entre mis manos y, como aguas silenciosas,
nos abandonan los recuerdos. Siento la frialdad de la existencia
pero tu olor se extiende en las habitaciones y tu lascivia vive en
mi corazón y entra mi pensamiento en tus heridas.


Antonio Gamoneda

miércoles, 4 de marzo de 2009

De nuevo


Tuvo una visión.
Vio con toda claridad, de manera rotunda, redonda, absoluta, global que era Imposible.
Y eso para una persona que no conoce la palabra imposible, es una auténtica revelación.

No sucedería. Era así. Ese era el destino. No había ninguna barrera que romper. Algo tan bueno no podía suceder, porque sería la plenitud total y eso en esta dimensión, no puede darse. Dos partes que nunca podrán abrirse, entregarse y confiar.

Dos mundos demasiado intensos, cerrados, llenos, autosuficientes, implacablemente lúcidos. Que conocen su corazón y sus engaños.
Impúdicamente magnánimos.

Vio con toda claridad que no podía ser, con tanta claridad que no hubo ningún sentimiento humano, ante la luz insólita, que iluminó, cada una de sus células.

Sin palabras, sólo la certeza, esa clase de certezas.

Lo único que podía hacer era alejarse de la pena.
Y esperar, de nuevo, la libertad.

lunes, 2 de marzo de 2009

Berta Piñán. Reina Xinebra


REINA XINEBRA
Quieres pensar que ye la tarde tan llarga,
que la música niega los salones vacíos
y l´aire calla como callar de muerte.
Dende el balcón entós,
onde la lluz espésase en plenitú y solombra,
―quiciabes el misteriu que despierta a la nueche―
traeti dalgún tastu que el so llabiu posare como ñeve
nun besu
y cuasi con envidia sientes el cansanciu nel últimu
temblor de la batalla,
el sudor y sangre nos metales.
Non, l´hibiernu
nun fuera tan fríu si volviere,
si del mar les voces nun portaren
l´ácidu pruyir de la derrota.

Berta Piñán