domingo, 11 de noviembre de 2007

Agua bendita




No quiero sufrir y no voy a sufrir.
Muchas veces las ilusiones, las fantasias, ese mundo imaginario que te creas para huir de lo cotidiano, de lo sin sentido, del día a día, que vuela hacia la nada, consiguen, que pongas en tu mente, ese amor , esa ternura que sabes muy bien que no tienes.


Por eso, si construyes tu realidad con algunas fantasías, cuanto más elaboradas mejor, tienes la impresión de que mandas en algo, que tienes poder, para que, al menos esa parcela, se construya, según tu santa voluntad.

Pero es mentira, tú sabes que es mentira y en el momento menos pensado esa tela de araña imaginada, de cariño, de belleza, de amor, se te pega entre las manos y solo tienes hilos, hilos que se fijan entre tus dedos y te paralizan.
Entonces necesitas una palabra, una caricia, un beso.
Un pañuelo con sus iniciales.

Te das cuenta de que no hay nada; quizá un leve consuelo que te sirva para seguir adelante. Pero ya no puedes más.


Seguirás amando, pero tendrás que olvidar y limpiar tu cabeza y tu corazón. Porque el tiempo ya ha pasado. Su tiempo y el tuyo.
Tú lo has creado, lo has puesto todo en tu corazón. No tienes a quien reclamar.

Ahora te jodes y te aguantas.


Y pones toda tu energía en volver a la soledad, a la verdadera soledad en la que siempre has estado.

Quieres vivir en tu engaño, pero no te olvides que no tienes nada, nada de nada.
Lava tu corazón con agua bendita. Y cállate.



CGC