de alguna parte en la que nunca estuve
tus ojos tienen ése silencio:
en tu gesto más leve hay cosas que me contienen,
y que no puedo tocar de tan cerca que me encuentro
y aunque me cierre como dedos
tu mirada fugaz me soltará sin esfuerzo,
siempre me abrirás pétalo por pétalo
como el misterio de la primavera abre su primera rosa
y si tu deseo fuera cerrarme
mi vida y yo nos cerraremos repentinamente
como cuando el corazón de esta flor imagina
la delicadeza de la nieve cayendo en todas partes;
nada que percibamos en este mundo
iguala la fuerza de tu fragilidad:
cuya textura me apremia con el color de sus países,
esparciendo muerte y eternidad en cada latido
(no sé que hay en tí que se cierra y se abre;
sólo una parte de mí acepta
que la voz de tus ojos es más profunda que las rosas)
nadie, tampoco la lluvia, tiene las manos tan pequeñas.
Edward Estlin Cummings
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