
Me levanté temprano, con la necesidad imperiosa de meterme en la cocina.
Dios, como necesito reponerme de mi maltrecho ego, por eso jugaré a otro de mis juegos favoritos, hacer comiditas.
Os voy a aburrir pero no me importa, si no me entretengo yo, desde luego que nadie vendrá a entretenerme.
Voy a hacer albóndigas de pechuga de pollo y os voy a contar como se hacen, os aseguro que son mucho más fáciles, suculentas, alimenticias y auténticas que cualquiera de mis arrechuchos amorosos.
Ingredientes:
Pechuga de pollo
Trocito de jamón veteado
Dos huevos o más
Pan rallado o miga de pan
Diente de ajo machacado
Especias al gusto
Preparación:
Antes de nada, lavarse bien las manos, palma y dorso, así como hacen los cirujanos. Hay mucho virus por ahí.
Se corta la carne en trocitos pequeños (se puede utilizar otro tipo de carne, que ya vienen picadas) y el jamón, se añaden los huevos y el pan rallado, hasta formar una masa no demasiado dura, que se pueda hacer bolitas con ella.
Machacamos un ajo en el mortero con una gotita de agua o vino blanco se disuelve y añade a la masa.
De las especias no os voy a decir nada. Quien no conozca su uso mejor abstenerse.
Cautela con los hombres, no conozco a ninguno, que viva solo, que tenga especias en su despensa y si cocinan en tu casa mejor las escondes, no sé por qué, pero se vuelven locos echando un poco de aquí un poco de allá y garantizado que cualquier guiso acabe en la basura.
Podéis ponerle sal, pero cuidado porque el jamón ya es salado.
Esta masa la dejaremos reposar unas horas y si es posible toda la noche.
Después haremos bolitas (poneros unas gotitas de vinagre en las manos para que no se pegue la masa) Yo las hago, de unos 2 cm. de diámetro o como os plazca.
Se rebozan en harina y se fríen en aceite bien caliente. Se pueden comer así calentitas y crujientes pero también se pueden guisar.
Albóndigas guisadas muy fácil.
Una vez fritas se ponen en una olla si la tenéis a presión mejor, se añade un poquito de caldo de carne y una hojita de laurel, se cuece, con unos minutos, es bastante y al terminar se le pone un huevo batido y un chorrito de vinagre. Muy bueno.
Yo las acompaño con arroz blanco, pasta, puré de patata, pimientos del piquillo o nada.
La verdad es que cocinar es como practicar la Alquimia: mezclas, experimentas, hueles, pruebas, tocas, quemas, incendias y a veces encuentras tu Piera Filosofal.
Lo que te puedo garantizar es que yo en estos menesteres me olvido de mis “amoríos de mierda” y de lo demás. Me recupero de este inmundo San Valentín, que “santo” no sé si era, lo dudo. Pero de “Valentín” nada de nada.
Buen apetito.
Domingo, 15 de febrero de 2009
CGC